LA MOVIDA MADRILEÑA
Es
un movimiento contracultura surgido durante los primeros años de
la transición de la España posfranquista, que se
generalizaría y convertiría muy pronto en la Movida española y se
prolongo hasta mediados de los años ochenta.
HISTORIA
La noche madrileña siempre fue muy
activa no sólo por las salidas nocturnas de los jóvenes, sino a causa de un
interés inusual en las llamadas culturas
alternativas o underground. Todo ello había estado germinando desde
los movimientos culturales juveniles que anteriormente, a través del boom
turístico, habían llegado del resto de Europa en
los sesenta y setenta y que, tras la caída de la dictadura
y con el cambio de régimen, encontrarían ya un terreno abonado para desenvolverse
completamente. Fue parte del cambio y liberalización cultural e ideológica a
que se abriría la gran mayoría de la sociedad española en general.
La movida fue una época
de expresión con música pop y underground, comics, tiras fotonovela con
subtítulos, la comercialización descarada, películas y diseños
extravagantes.Todos tenían cuerpos cubiertos de purpurina, maquillaje exagerado
(incluso los chicos!), Chaquetas de cuero y pelo multicolor locamente
estilo. Fue una época de punks, glams, rockeros, el abuso de alcohol, las
drogas, la experimentación sexual y otras cosas. La post-dictadura
franquista programa de televisión La Bola de Cristal (la bola de
cristal) abordó temas difíciles con un estilo punk rock en particular. La
música pop en España parecía ser una mala copia de la escena progresiva musical
del mundo anglosajón o los cantantes de protesta orientadas políticos. La
única excepción fue la roca urbano (rock urbano), que trajo un poco
de frescura al panorama musical aburrido. Bandas famosas de la época
eran Mecano ,
Alaska, Radio Futura, Paraíso, Kaká Deluxe, Burning, Gabinete Caligari, Nacha
Pop y Hombres G. Algunos de ellos están haciendo remontadas fuertes hoy.
LITERATURA
Surgida a la palestra
el 13 de marzo de 1984 con el debate en la Tertulia de
Creadores(Círculo de Bellas Artes de Madrid) «Narrativa en la Posmodernidad»,
en el que participaron Gregorio Morales, Vicente Molina Foix, Luis
Antonio de Villena ,Javier Barquín, Jose Tono
Martines, Luis Mateo Diez, Sardinita, Jose Antonio Gabriel
y Galan, Jose Luis Moreno Ruiz y Ramón Mayrata. La
mayor parte de ellos como Gregorio Morales (alma de la Tertulia de
Creadores), José Tono Martínez o Ramón Mayrata eran colaboradores regulares
de La Luna. Sus objetivos se pueden sintetizar en estas palabras
de Gregorio Morales: “Superación de la narrativa decimonónica y de la
vanguardista. Asunción completa del presente, precisamente para definirlo,
negarlo y saltar por encima de él. Construcción de nuevas realidades que
muestren horizontes desconocidos. Ser la reina de las artes, la avanzadilla de
la renovación, la definidora de las modas. Erigirse en el juego lingüístico del
entorno, definidor y organizador de los otros juegos. Y pese a todo, no buscar
ninguna trascendencia, aunque sí el humor, la ironía, el desgarramiento o la
belleza. Ser, en definitiva, tan variada y original como el universo y tan
humilde como una intocable”.
La imagen de la movida fue obra de autores como Ceesepe, que retrataron la
imagen de la noche madrileña, o las imágenes oníricas de Madrid que hiciera
la fotógrafa Ouka Leele o los
retratos en blanco y negro de la modernidad madrileña que hiciera el
también fotógrafo Alberto García Alix.
Revistas como La Luna y Madriz, sirvieron para
darse a conocer la obra de jóvenes fotógrafos, pintores y viñetistas. El mundo
del comic de los años 80, animado por estas publicaciones, seguía esa
tendencia “underground” con toques castizos que le caracterizó, donde se
mezclaban los ambientes más sórdidos y la sofisticación de una modernidad.
La estética de los 80 encontró a través de estos dibujos y fotografías un
escaparate que ha trascendido en el tiempo. Las imágenes de la noche de
Madrid que nos ofrece García Alix pudieron verse en
la reciente exposición del
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, y forman ya parte
tanto del imaginario colectivo de la generación de aquellos años
como de la historia de la fotografía contemporánea en España.
Podríamos hablar también de otras artes que contribuyeron a crear una
imagen moderna de Madrid, de hecho fue ese interés por convertir a Madrid
en una capital distinta a la que había sido durante el franquismo, una de
las señas de identidad de La Movida. Pero sin duda, más allá de las artes
gráficas, el cine y los fanzines, la Movida se recuerda a partir de su
música.
PRINCIPALES CORRIENTES DE LA NOVELA DE 1975
En 1975 se publica La verdad sobre
el caso Savolta, escrita por Eduardo
Mendoza. Esta obra revela una vuelta al interés por la trama, al viejo placer
de contar y leer historias, rasgo que se convertirá en el principal nexo de
unión de las diversas modalidades del relato en esta etapa.
También son características de esta
época la enorme proliferación de títulos, el incremento del número de
escritores, la vinculación entre la labor literaria y la periodística en
numerosos autores y el gusto creciente por el relato corto.
La abundancia de títulos impide una
clasificación exhaustiva; sin embargo, las tendencias más sobresalientes dela
novela desde 1975 son las siguientes:
Novela de intriga: El éxito de esta
corriente radica en la adaptación de un producto puramente americano a la
cultura española, así como las obras creadas por uno de los escritores más
importantes de la época, Manuel Vázquez Montalbán ( Los mares del sur;
Asesinato en el Comité Central )
Son interesantes en esta línea los
títulos El invierno en Lisboa y Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina.
Aparecen novelas que no pertenecen
en rigor a esta categoría, pero que incorporan recursos de la novela policiaca,
como Visión del ahogado de Juan José Millás, o Queda la noche de Soledad
Puértolas.
Novela histórica: Este es uno de los
géneros de mayor éxito editorial desde los años 80 en el que se engloban
novelas que sitúan la acción en marcos temporales pasados ( El capitán
Alatriste, de Arturo Pérez Reverte )
Los acontecimientos en ocasiones
son el soporte para una reflexión sobre problemas humanos universales; la
fabulación histórica puede adoptar
incluso una óptica irónica y desmitificadora ( Las máscaras del héroe
,de Juan Manuel de Prada ).
En esta tendencia cabría incluir
los relatos sobre la Guerra Civil, como Las trece rosas, de Jesús Ferrero;
Soldados de Salamina, de Javier Cercas.
Novela intimista: Estas novelas están protagonizadas por una persona de
mediana edad, habitualmente desconcertada y angustiada, que vive en un espacio
urbano actual y cuyos problemas íntimos
Se abordan en el relato, tales como
el amor, la soledad, la memoria, la propia identidad o la incomunicación. En
ocasiones se difuminan las fronteras
entre la vida real y el mundo de la fantasía con intención de
desconcertar e implicar al lector.
Ejemplos de estas novelas son El
desorden de tu nombre de Juan José
Millás; Juegos de la edad tardía, de Luis Landero o Historia de un idiota
contada por él mismo, de Félix de Azúa.
Novela testimonial: Tendencia en la
que los autores construyen relatos realistas sobre problemas sociales, como la
defensa de la condición femenina en Te trataré como una reina, de Rosa Montero,
o la vida de los más jóvenes, como en Historias del Kronen, de José Ángel
Mañas.
Novela experimental: Son escasos los
títulos que pueden inscribirse en esta corriente. Quizá las muestras más
relevantes sean las novelas de Miguel Espinosa, Escuela de mandarines y La
tríbada falsaria, en las que el autor recoge, en una parábola abundante en
técnicas experimentales, su ácida y crítica visión de la realidad
contemporánea.
“El valor no es la ausencia del miedo, sino el miedo junto
a la voluntad de seguir”